Radiografías del divino niño Jesús


Tierra de Nadie
Bogotá ha cambiado de una manera sorprendente pues en pocos años ha crecido magníficamente. Bajo los tejados de Teusaquillo, La Merced y El Nogal, solo habitaban familias, y atravesar Bogotá no era complicado pero en veinte años todo ha cambiado tanto porque Bogotá creció en todas las direcciones, sin respetar ningún tipo de obstáculo. Barrios enteros han caído para darle paso a edificios de variada altura y urbanizaciones separadas del resto del mundo por murallas, cadenas y barras de metal. Bogotá es demasiado caótica para ser hermosa, esconde demasiadas sorpresas como para ser aburridora. En ella sobreviven, como una especie de museo de sí misma, algunos reductos marginales de otras épocas. Es una ciudad que en muy pocos años ha adquirido color y pueden ser sólo impresiones, en ella ha dejado de llover como antes o al menos la lluvia es menos opresiva. Sus cerros eternos aún siguen siendo la mejor referencia para distinguirla de otra ciudad.

                Bogotá para principiantes 

Bogotá se ha ganado una fama no muy buena, se dice que es aburrida, fría, gris, la lluvia es eterna y las personas y sus vestiduras negras no hacen que su fama mejore, pero como pueden decir que Londres es mejor si sus calles y calles y calles están llenas de hollín, son grises y la gente ni siquiera cruza la mirada y además tiene insoportables estruendos emitidos por los trenes subterráneos, cómo pueden decir que Calcuta es mejor si tiene sus inmensas calles en la enorme y miserable pobreza. Pero esas son fealdades estadísticas: cinco millones de habitantes bastan y sobran para hacer espantosas a París, Roma, Estambul y más.

Y luego, dicen fea Bogotá si es una ciudad aérea que se encarama a las cumbres de la cordillera y se asoma al espejo verde y pálido de la sabana. Bogotá tiene todos juntos y revueltos los colores de todas la frutas que se venden en cada una de las esquinas y carreteras: aguacates, mangos, naranjas, guayabas, piñas y muchas frutas más; los tonos mansos y temperados de las peras de aguai entre otras cualidades; si una ciudad así es catalogada como aburrida no es culpa suya sino de sus gobernantes porque nunca vienen de aquí sino de otra ciudades, porque desde que Bogotá fue fundada por un granadino español lo único que ha sucedido siempre es que sus alcaldes son de otra parte.
                El espinazo de la capital

Vivo en Funza entre caña bravas y sauces llorones, enchospo los jeans y abotono la chaqueta. Salgo veloz hacia Mosquera, pisando la neblina, paso rápido entre las fábricas y cuando llego allí el giro de vuelta a la Capital siento un olor a rata, el río Bogotá. Tomo la cola de la avenida Esperanza, que está llena de huecos que el alcalde no ha querido repara, tratando de entrar a la avenida El Dorado me encuentro con un nudo de taxistas que no les importa si estorban o no.

Esquivando huecos y saltando trupes llego al Colegio Don Bosco, paso por la ciudad Blanca, la Universidad Nacional y su desteñido estadio Alfonso López. Parqueo allí el carro y salgo a pie hasta la 26 y tomo una buseta que me lleve hasta la biblioteca Luis Ángel Arango, el chofer tiene afán y lleva vallenato a todo taco. Aún no son las siete y me siento culpable de haber llegado temprano a mi cita cosa que casi nunca se logra en una ciudad tan moderna, atafagada y nerviosa como es Bogotá.

                Radiografía del Niño Jesús

El periodista Oscar Emilio Bustos cuenta cómo fue su visita al Divino Niño en la iglesia del 20 de julio.

La veneración al Divino Niño en la iglesia fue inducida por el misionero y padre salesiano Juan del Rizo.

La iglesia del 20 de julio es el lugar de peregrinación de miles de personas de todas las partes de Bogotá y Colombia para pedir favores o dar gracias al Divino Niño, actualmente en la iglesia del 20 de julio se celebran 28 eucaristías al día oficiadas por más de 30 sacerdotes y avisan más de 150 mil personas, en los alrededores de la Plazoleta del 20 de julio hay todo tipo de negocios; hay muchos puestos donde se venden objetos y estatuillas religiosas como también hay muchos puestos de comida.

                ¿Y hoy qué me va a llevar?

Plaza de mercado Las Cruces: Esta Plaza parece una Catedral, pues tiene una opulenta obra arquitectónica, es supuestamente protegida por la alcaldía, por ser monumento arquitectónico cultural. Esta plaza es un símbolo de democracia para del pueblo y para el pueblo. Allí en medio de la pobreza donde hasta los vegetales son pobres, desde la bodega bien nutrida hasta el puesto del señor de ruana. Pero todo es bonito, cariñoso con una limpieza no solo física sino del alma.
Plaza de Paloquemao:  allí donde todo es un paradójico reguero ordenado, se acumula todo el trópico, todo el arco iris hecho piel, cáscara y pulpa, decenas de puestos y todo allí Paloquemao, plaza extraña, gigantes con complejo entre las calles 14 y 22 con sus novecientos puestos que exhiben todos los productos de nuestro país. Camelladores que se levantan a las dos de la mañana a mercar a corabastos y se instalan hasta el anochecer en este reino criollo. Vaya a mercar, a pasear, vaya de investigador: como vaya será bien recibido, le dará hambre de pueblo y será saciada.
Plaza de mercado Las nieves: por fuera en su fea fachada de la calle 19 entre carreras 7º y 8º no hay nada de antesala que demuestre lo que es, pero sí es curioso caminante se adentrará y conocerá un salpicón de comederos, en las Nieves encontrará también ensaladas light pero que de light no tienen nada, es sólo un pretexto para entrarle a la ingesta descomunal: todos los gustos son satisfechos y todos los precios posibles. Otras cuantas ofertas más: Chanfaina, Cocido Boyacense, Bagre en Salsa, Caldo de raíz, mondongo, etc.

Plaza de mercado Restrepo: Lo que hace a la plaza de mercado Restrepo diferente de las demás son sus ventas de animales vivos: aves de corral, pericos, gallinas, gansos, conejos, perros, etc. Y ni hablar de sus fruterías que son más bien una galería hecha de piel y pulpa.

Tantas cosas descansadas y excitantes al mismo tiempo en la Plaza del Restrepo, allí donde se ha elevado la coquetería al rango de esencia y virtud.

                Un pasaje con historia

Los Montero llegaron al pasaje en el año 1936, cuando hicieron un gran centro comercial, ellos pusieron una sastrería allí se hacían trajes de paño para hombres que lo querían a su medida. El pasaje Hernández se ubica en el centro de Bogotá, tiene forma de T y ocupa casi toda una manzana. A partir de la creación del pasaje Hernández, los Bogotanos vieron la necesidad de crear más pasajes y después del siglo XX surgió el Pasaje Rivas, el Pasaje Mercedes y el pasaje Santafé, pero aún así el pasaje Hernández era el preferido por los burgueses, pero después del bogotazo todo fue diferente y el pasaje Hernández perdió valor.

                100 horas como vendedor ambulante

Alfredo Molano experimentó cómo ser un vendedor ambulante. En Bogotá; primero vendiendo cigarrillos en una esquina donde tuvo que competir, porque los demás vendedores se creían los dueños del lugar, se vende de todo en las esquinas y semáforos dependiendo de la zona de la ciudad es la mercancía, luego intentó vender en los buses donde también se venden muchas cosas, algunos músicos tienen un convenio con algunos buseteros, en las calles hay “rebuscadores” que le informan a los buseteros cuántos han pasado antes que ellos,  y otros golpean a las llantas y le dicen a los conductores cuáles llantas están desinfladas. Hay varias personas que les gusta transportarse en los buses, pues les divierte.

                La tienda de los milagros

En el corazón de Chapinero hay una tienda llamada Puente Nacional, esta parece la cueva de Alí Baba, existe desde b1957, su fundador fue Antonio Cassalo un Sirio que vino a Colombia en 1907, y actualmente la tienda la dirige su hijo Henry Cassalo. Esta tienda es muy grande y llena de sorpresas pues tiene cosas hechas por él mismo y además su padre no resistió vender solo víveres. En Puente <Nacional encontrará una variedad de cosas como: Tajatodo, una arepa fácil, un destapa frascos a presión, semilla de tigre, hojas de parral, anchoas, caviar, ostras, pulpo; cuchillos utensilios de cocina; todo en licores, etc. Esta tienda es un tesoro, no se vaya a perder la oportunidad de visitar la tienda de los milagros.

                De primerísima mano

USA2: Un día Libardo Meneses leyó un artículo en la prensa sobre que los gringos aprovecharían el TLC para vender ropa usada en Colombia y con esto perdió la poca tranquilidad que le quedaba. En Bogotá hay cerca de 400 compraventas de ropa usada y si Estados Unidos volvía a imponer sus reglas en el tratado estos negocios tendrían problemas. La Plaza España es el sitio más tradicional para vender o comprar ropa usada. Debajo de la avenida Caracas hay más de una docena de puestos. En el Galán, Restrepo y Kennedy también hay decenas de Bogotanos que venden ropa usada ahí; algunos también tejen y hacen zapatos, arreglan las prendas para atenuar el paso del tiempo.

Las new waves de la moda: Libardo ha trabajado muchísimo ha tenido más de 5 puestos; desde hace 15 años vende ropa usada y no le gusta y le preocupa el “acuerdo gringo”. En Bogotá hubo varios cambios los más destacados fueron  los 40 puestos de ropa usada, a fines de los 80s e inicio de los 90s una horda en busca de pantalones sesenteros, chaquetas setenteras y sacos ochenteros. En fin en la tienda de don Libardo se vende toda la generación de la ropa y las mudas que han pasado por Bogotá.

                Un día en la perrera

“Mani” es un perro que tiene 14 años, es decir 98 años perrunos y ahora está sordo y muy ciego pero aún así gracias a su desarrollado olfato sabe dónde está su amo cada minuto del día. Hace unos días su amo estuvo en un operativo de recolección de perros callejeros; iban varios carros, desde que recogieron el primer perro  algo incómodo sucedía cuando recogían algún animal, en estos momentos él sentía dolor y pesar de estos animalitos y siempre recordaba a su perrito Mani.

Cuando llevaban los perros debían haber por lo menos sesenta porque semanalmente se mataban 400 perros, anteriormente los sacrificaban de una manera espantosa y las personas se quejaban de los olores, porque los metían en unas jaulas mojadas y los electrocutaban con una descarga de 220 voltios, los metían en bolsas de basura y los llevaban al botadero de doña Juana, pero ahora se usa la eutanasia y luego se incineran los cuerpos: primero se les aplica una inyección llamada eutanex que los mata en tres segundos, es indolora, rápida y efectiva. Luego cuando iban a terminar de recoger los perros se sintió mal porque empezó a sentir ganas de señalar cada perro que veía y echarlo al platón, en ese momento pensó en Mani y se bajó; ahora siente vergüenza de mirar a su perro.

                 La Belleza también duerme en inquilinatos

Blanca Lilia Orjuela es una humilde modista del barrio Florida, de Ciudad Bolívar, es madre cabeza de familia, tiene siete hijos incluido su ahijado porque su mamá murió y también está a cargo de sus tres nietos. Blanca hace cualquier cosa en asuntos de costura: desde ponerle una cremallera a un pantalón hasta confeccionar ropa en macramé y en croché. De ahí esta humilde señora pasó a ser parte del proyecto Ciudad Bolívar fashion que se realizó en el primer desfile de modas con modelos de estratos uno y dos. En este desfile trabajan confeccionistas en una situación de pobreza igual que Blanca Lilia. Estas artistas, viven en inquilinatos, calculan un promedio de 10 mil y 15 mil para atenderse y a veces logran disfrutar de dos de las tres comidas que hay en el día.

El público asistente a la pasarela era desde un ciudadano del común hasta algún desplazado. Habían hermosas creaciones en hilo y croché. Las modistas se mostraban inquietas y exaltadas observando el producto de sus desvelos. A Blanca Lilia se le soltó una lágrima al ver impreso su sello en los bordados que lucieron los pequeños modelitos. Al final llovieron aplausos, pero luego de tanta alegría y después de vivir semejante cuento de hadas mañana por la mañana Blanca Lilia se volverá a levantar y entre telas y bordados continuará puntada a puntada, el duro tejido de seguir viviendo.